”Ayllu” Producción
teatral dirigida por Bernardo Brunetti -
Espacio de Arte: La Ventolera.
La opinión particular sobre la vida y la historia define rotundamente al que enuncia. Las ideologías
se redujeron a lo esencial. La confusión, la falta de ideales al futuro, el
punto de vista apocalíptico, la desintegración social y política, nos debilitan
dejándonos solos, la soledad reblandece hasta la autocompasión. Es necesario
mirarnos, objetivarnos, saber quiénes somos para evitar perder lo conseguido,
para mantener la circulación de la palabra y “no entrar dócilmente en la negra noche” como dice el poeta Dylan Thomas. Un buen espejo es el teatro,
pero… cómo hablar del teatro, lejos como estamos de aquella inmensa tradición
cultural. Hasta podríamos llamar “activistas de la contracultura” a los que aún
sostienen sus grupos, más allá del entretenimiento; sin embargo el teatro
existe y cumple sus objetivos, por supuesto, sus límites están en la opinión
del que enuncia.
Últimamente participé como espectadora en obras de “teatro en la cara”: porque
el proscenio, ese sagrado lugar marcado por una “cuarta pared” invisible e infranqueable
se instala en medio de los espectadores,
cuando ya dan sala y todos estamos
esperando a que comience la obra, los últimos que abren la puerta y se deslizan
entre el público, casi inesperadamente, son ellos, los actores. Pequeños dioses
dispuestos a crear el universo efímero. Con esa experiencia de proximidad se produce
el milagro de situarnos en un acontecer teatral.
Los actores de “Ayllu”,
Flavia Molina, Bernardo Brunetti y Alicia Inocencia Brajeda, con la asistencia de Iván Santos Vega, despliegan en sus
cuerpos una poética convivial donde la
resonancia del lenguaje anida en los gestos, se lo presiente en la sensaciones
que despierta, habla, canta, camina, da vida a los objetos, dibuja, pinta, hace
actos de magia y también una fiesta. El actor escucha la voz
que resuena en su propia intensión… Es decir, el lenguaje callejero, casi infantil, se refugia en el teatro y trae algo sencillo y arcaico: la reunión
de hombres y mujeres con la finalidad de escuchar la poesía impregnada en las
voces del convivio, el cuerpo y los objetos mágicos que son utilizados en el acontecimiento.
El centro del mundo está donde la palabra vivida se pone en manos de la comunidad creadora por
razones de necesidad, dice Octavio Paz. El relato de Ayllu está en manos de poetas que expresan el
sentimiento de esperar el tren durante cuarenta años, de vivir recordando entre
cartas y fotos, de sublimar el miedo a la muerte hasta transfigurarla. Vienen
de ningún lugar pero obviamente vienen de Jujuy, el norte del país, y traen sus dones, cicatrices y
palabras. El lenguaje coloquial no quiere sobresalir, el relato se impregna de
una candidez infantil que repara al analfabeto emocional que arrastramos.
Ayllu, es la idea del “nosotros” en la antigua lengua aimara de Sud América.
La obra llamada “Ayllu”, una puesta de teatro en la cara, de
actores jujeños, desplegó su discurrir
poético y nos habló de los vínculos, de las oportunidades y del centro del
mundo; en un lenguaje fuertemente familiar, tanto que nos llevó a decir “teatro
del nuestro” por la intensa sensación de
identificar un tiempo y espacio
histórico como referencia inmediata. Sin embargo, en este momento “lo nuestro”
puede estar a miles de km, no existe el lugar recóndito, la era
tecnológica eliminó el lugar, nos dejó
frente al neón, pero como todas las cosas tienen su dorso, ayudó a que las
experiencias con el arte en vivo, sean, particularmente, experiencias
trascendentes, porque compartir un gusto, una afinidad, una idea, nos
devuelve la pertenencia, la tierra
prometida, la tierra de la alegría perdida, el bien perdido, el “Ayllu”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario