Lo conocí en la universidad. Su entusiasmo
infinito por la palabra, hizo que le mostrara mis poemas que él apreció y
apoyó, leyéndolos a mucha gente. También tuvo este gesto con otras poetas
nóveles que nos aproximábamos a él, puedo nombrar a Alicia Poderti,
aunque ella era un ave de paso. Raquel Adet hija del querido poeta, era
nuestra compañera y quién llevó mis poemas a su padre que estaba
elaborando la antología “Cuatro Siglos de Literatura Salteña” Walter Adet
tuvo el buen gesto de incluir a la nueva generación. Jesús Ramón Vera, Marcelo
Sutti, Raqel Escudero, Liliana Bellone, Sergio Antonio Teseyra, Graciela Gonta,
Hector Aníbal Aguirre, Gustavo Rubens Agüero. Toda esta gente que nombro,
permanece aún en el movimiento de la
imaginación literaria, que construye con la lengua que habita el
corazón humano, recordando a Julia Kristeva. Walter Adet usó como epígrafe
para el capítulo Destino y Poesía un verso de Manuel Castilla: “Oigo los
pasos de los que están viniendo/ desde la aún callada certitud de la
vida” aunque dejó bien en claro que a todos se le aplica la ley de
gravedad sin atenuantes. En las universidades se hacía difícil la estadía
en aquel entonces, la imposición castrense se convertía en una forma disciplinada
y groseramente despectiva, discriminatoria hasta lo peligroso. Aunque la
juventud que "a nada teme" permitía el riesgo, sin tener en cuenta
que el huevo de la serpiente anidaba hasta en los más inesperados individuos.
Pero el estado de revuelta fue refrescante.
El poeta Antonio Teseyra recitaba, a gritos, las Flores del Mal de Baudelaire;
un joven y amable Juan Ahuerma nos hablaba del anarquismo, de Bakunin, de
Richard Wilhelm y de Wilhelm Reich; Ramón Jesús Vera atesoraba la poesía de Salta
y a sus autores, veneraba la poesía viva, con la que tenemos la
posibilidad de hacer contacto. Y fue él, Ramón Jesús Vera, el que
recibió la antorcha entre sus manos, no la heredó, la alcanzó y se produjo un
movimiento que convocó “en la callada certitud de la vida” la llegada
del arte de la periferia al centro, él reunió a las comparsas en el teatro
Alberdi. Cuando presentó su libro “Comparsa” 800 personas asistieron
desde todos los lugares de Salta. Se congregaron en un lugar al que, tal
vez, nunca antes habían entrado. La comparsa desde entonces fue parte de la
cultura oficial.
Ramón Jesús, fue admirable en su manera de
preservar las utopías, embarcado en una profunda lucha conseguía devolver la
esperanza individual a la gente común.
Recuerdo haber estado presente cuando viajó
a un Congreso de literatura en México, todo el mundo se movilizó, y de la nada
lograba lo que quería. También, en reiteradas ocasiones lo encontré en
tránsito hacia Buenos Aires tramitando la escuela de Bellas Artes para
Rosario de la Frontera. Hay grandes soñadores y no son los únicos, es una
actitud contagiosa y él despertó a muchos seguidores en el
acto noble de elevar lo que solicita la vida para mejorar la
condición humana.
El día que murió Ramón Jesús Vera, en la
madrugada, sentí un olor a panes dorándose, a flores, a dulzura de
abejas, quedé arrobada, al rato, las 7:00de la mañana recibí el llamado
de Benjamin Toro con la triste noticia. Entonces tuve la certeza de que era su
alma la que sentí pasar tan perfumada. Rosa Machado
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Editorial Tumparenda de Jesús Ramón
Vera
Día del Editor Independiente- 25 de Marzo 2017
Homenaje a
Alberto Burnichón
En Salta siempre estuvo presente la figura
casi mítica de Alberto Burnichón, editor que en algunas fotos vimos
reunido con los poetas de Salta y sabíamos de su generosidad. En la
década de los 80, tuvimos en el poeta Jesús Ramón Vera, una actitud
parecida que se movilizó hasta hacer real la Editorial independiente
Tumparenda, en su propio domicilio, donde editó más de 33 títulos de
poetas de Salta.
Todo nace alrededor de un movimiento
cultural que se gestó, lo que hoy llamaríamos un colectivo de reconocimiento
identitario, idealista, altruista, autogestivo con mucho
trabajo serio y generoso. Estaba formado por plásticos, músicos, poetas,
Santiago Javier Rodríguez, Julio Lamas, el maestro Leandro Mendoza,
otros integrantes del grupo Niebla, las hermanas Tejerina, Marcelo Gallo Mamani,
Guillermo Pucci, Liliana Courtade entre otros. En un principio, el
espacio en que accionaban era la Biblioteca Juan Carlos Dávalos de Plaza
Gurruchaga de Salta dirigida el profesor Miguel Ángel Cáceres, allí
se promovían espacios donde la palabra circulaba. Al tiempo se pensó en
la fuerza de la edición, en la gente del movimiento de la imaginación
literaria y el sueño de reconstruir el mundo. Ahí es donde el
poeta Jesús Ramón Vera, cuyo lema era “La poesía es la soga que
siempre arde y nunca se corta” palabras de André Bretón, fue incansable
mentor.
En aquel tiempo, últimos años de la
dictadura, empiezan a imprimir los libros de poetas amigos y
también los propios, para difundir y restablecer la memoria, echar a
andar la palabra de los jóvenes artistas. Esto llevó a Ramón y a
sus amigos a adquirir una antigua máquina Minerva de un imprentero que la
cambiaba por otra más moderna. La Minerva es una máquina tipográfica, con
letras de molde de plomo, empleada desde finales del siglo XIX. Funcionaba mediante un desplazamiento del
papel que se une a la platina aplicándole
la presión necesaria para grabar el motivo a imprimir.
Editorial Tumparenda, que en lengua guaraní significa “hombre de la tierra” empieza a tirar
sus primeras ediciones, al principio como parte de la Biblioteca Juan Carlos
Dávalos y luego más definida, continúa como Editorial Tumparenda. Allí
trabajaba Julio Lamas, músico del grupo Niebla; ilustraba Santiago Javier
Rodríguez, reconocido plástico salteño, quien fuera director de la Escuela de
Bellas Artes, y circulaban algunos ayudantes que además tomaban clases
con el maestro Vázquez que venía de la escuela de Oficios del Colegio
Salesiano. Julio Lamas, Santiago Rodiguez y Ramón Vera terminaron de pagar
la minerva con trabajos de folletería comercial, y salió el primer título, el
libro “Algos II” de Antonio Vilariño, en el año 1983, recién llegada la
democracia. A pesar que aún no se disponía de las ventajas de las nuevas
tecnologías de impresión, los autores encontraron beneficios concretos en
este emprendimiento.
Pasado algún tiempo, cambiaron la máquina por una
más moderna, una Ricoh offset, también la pagaron entre los tres. Esta ya
era una máquina con mayores posibilidades, funcionaba como un
fotomontaje que entintado imprimía sobre un rodillo de caucho que, a su
vez, imprimía sobre el papel. La calidad era mayor, logrando fotografías
y colores, ya no había que usar el antiguo taco de xilografía. Facilitó y
favoreció a los plásticos, amplió su participación y también el trabajo
comercial a través de volantes, catálogos de exposiciones, de conciertos,
plaquetas de poesía. Crece la producción de libros de escritores y poetas
como Gustavo Rubens Agüero, Teresa Leonardi, Nelson Muloni, Alicia Podert
y también algún libro de Ramón, como “Subsuelo” donde la cantidad de
poemas casi era la misma que el trabajo de los artistas visuales.
Sin embargo a veces se presentaban desafíos, cuenta Julio Lamas, al
imprimir el libro “Incesante Memoria” de Teresa Leonardi era
muy difícil conseguir plasmar el diseño de tapa de Santiago Rodríguez,
que era un color negro parejo en la gruesa cartulina, con la
rudimentaria imprenta offset ricoh, pero al fin, fue otro logro. También
fue Tumparenda el editor de las Cartillas de Digitopuntura de
Aurora Cabeza de Kantor, que luego fueron editadas como libro por la editorial
Kier.
Si alguien se sentía imposibilitado de
publicar el primer libro, si era valorado, Ramón insistía en que se armara,se lo presentara al
concurso y si no salía premiado prometía que se haría en Tumparenda. Su
entusiasmo e inquietud sin pérdida de tiempo, imprimía unos talonarios con el
sistema de “venta por adelantado” los repartía entre todos los que podía
y al juntar el dinero, imprimía, y quien reclamara su libro lo tendría.
Se concretaba una acción solidaria con la poesía. Ramón quería publicar.
La tirada debían ser mil ejemplares, se llegaba a muchos menos, pero salieron
33 títulos. Y vinieron los últimos
años de la editorial.
Al llegar la época del neoliberalismo de
Menen, se desintegran las pequeñas empresas, historia que se repite. Para
entonces Ramón emprende otra etapa en su vida, no menos interesante, ya que
empezó a viajar por Latinoamérica, llevando la voz de los poetas salteños a
encuentros internacionales, en Bolivia, Perú, Ecuador, Cuba, Méjico
donde conoce al poeta Octavio Paz y le deja libros de poetas salteños. Regresaba
de sus viajes con las utopías renovadas y nuevas propuestas.
Aproximarse a lo que fue la experiencia Editorial
Tumparenda es compensar esta deuda de gratitud que tenemos con la
labor del poeta Jesús Ramón Vera, artista valorado por muchos hechos
además del inmenso valor estético de su escritura.
Valorado porque logró congregar a las cuatro
comparsas que había en Salta, que eran enemigas, llevándolas de la periferia al
centro, y con el pretexto de la presentación de su libro “Comparsas”, reunió
más de ochocientas personas en aquel teatro Alberdi, así legitimó gestos
culturales de otros ámbitos haciéndolos visibles fuera del perímetro
del corso.
También valorado, porque tras una tragedia
de suicidios de jóvenes en el pueblo de Rosario de la Frontera, luchó por
una escuela de arte como respuesta a las ansiedades humanas, como un
recurso de resistencia. Allí terminó sus días con un inmenso
reconocimiento que se manifestó en los aplausos que al paso de sus
restos le ofrendaba la gente en las calles de Rosario de la Frontera.
Quien lo conoció personalmente, jamás podrá
olvidar la increíble potencia de la utopía en el poeta Jesús Ramón Vera
Al mirar Editorial Tumparenda, recordando a
nuestro querido poeta, el hombre que se creó a sí mismo, admirados por el intento de ennoblecer la cultura de cada
individuo, compromiso que hizo cierto como editor
independiente y lo recordamos en este día de las Editoriales Independientes, el
día en que Alberto Burnichon fue asesinado por los que desprecian y
subestiman al hombre común. No están los todos los títulos publicados, pero es imposible
soslayar la imagen del editor que quiere rescatar el lenguaje poético, materializar el trabajo con la palabra, un
editor independiente, que se juega más allá de las leyes del mercado,
vive como un poeta y entiende la lengua de los pájaros.
Rosa Machado
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