domingo, 13 de septiembre de 2015

La voz de la cultura mágica: JUANA DIB


Poemario Hierro Dulce de Juana Dib



                             

La vida fluye. La muerte detiene. Quienes pasan por el dolor quedan despojados. Tal vez por eso el poeta absorbe ese dolor y habla de él, tiene la valentía de asumir sentimientos y expresarlos, aunque “no hay palabras de consuelo”. Enunciar el dolor,  ponerlo en palabras, es un acto heroico que redunda cualquier glosa  por la inmensidad del tema. Permitir la salida del dolor y tocar la trama de la pérdida necesita de un oficio muy refinado que no viene sólo de la cultura, sino del espíritu.
Cuando se utiliza el arte para la reivindicación de la condición humana, para la esperanza, se camina la senda del dolor. El dolor de la muerte traicionera, el dolor por la patria en guerra...aunque ame la patria en la que vive.
En un poema que le dedicó Teresa Leonardi, Juana  toma conciencia de su trabajo activo en los derechos humanos. Empezó joven, como educadora, en algún pueblo del norte. En el patio de la escuela, el día de la bandera,  da su discurso de maestra. Todos se dejan envolver en sus palabras escuchándola en profundo silencio. Al terminar está trasladada a la ciudad, pues las autoridades querían que una mujer con tal visión, educara en la ciudad. Su vocación de maestra fue ejemplar para la educación salteña.
 En este último libro, Hierro Dulce, hace una  construcción literaria sumamente particular. Muestra la escritura como un acto social; pone  en palabras y eleva  en belleza aquello que va entramando el destino de las personas. Es un acto poético en sí, recolectar los materiales que tejieron el  mundo, atravesarlos por las  biografías, mostrarlos en su más alta dignidad. Así, en 20 semblanzas cuenta la historia de un eslabón de la familia humana, esa, que ella tejió a su alrededor con la misma materia de la vida, el hierro de la sangre.
El  hierro dulce es un tipo de hierro pasado por un proceso de fundición. Al purificarlo se vuelve resistente a la corrosión y a la vez maleable en las aplicaciones, el hierro dulce, como el hierro forjado, hierro pudelado, son distintas etapas de esta materia. Cuando el hombre domina el hierro está seguro afrontando inmensas obras. El hierro dulce es dúctil, resistente, liviano. Una fibra natural, alma de las espadas de Toledo, huesos de la torre Eifell, entramado de inmensos edificios, estructura de la mayoría de nuestras casas y sostén de la fuerza humana. El organismo humano está iluminado y erguido por fibras móviles de hierro que recorren kilómetros sosteniendo la estructura corporal, y cuando circula por la sangre el hierro es más dulce que nunca.
La voz de Juana aborda un lenguaje netamente femenino. El  amor  construyendo  espacios de palabras, se deja llevar por la mirada fraterna abriendo una esfera sororal, de hermandad en el desierto. Un lenguaje que irradia signos de cantos compasivos. No hay comunicación sino correspondencia corporal, atómica, las palabras son dardos al corazón del otro, las envía con conocimiento de causa, habla de personas que la rodean. En esa lengua de delfines, la mirada generosa del hermano, roba una lágrima al delfín al que se dirige.
                                              “Yo presentía en la niña de los ojos llenos de luz/ de mirada vivaz, que  todo lo aprendía…”
  “Como una oración”, es el poema que da inicio al libro y a la idea de este, está dirigido a Ninawa Daher, joven periodista argentina muerta en un accidente en el año 2011,  presenciamos su duelo, se sintió tan conmovida que escribió una elegía, con este poema hicimos un tríptico que envió a la familia y ellos lo extendieron a muchos lugares. Como pedían más, terminamos haciendo una tirada de alrededor de 900 hojas; Juana recibió muchos mensajes de agradecimiento de la gente que leyó, principalmente de sus padres, yo me conecté con la hermana de Ninawa por las redes sociales, además me enteré que es una de los argentinos postulados para beatos y santos en la iglesia católica. 
“Pienso en tu madre
desgarrada de dolor
Mas fue la única en tener el privilegio
de acunarte en sus brazos
de escuchar tus balbuceos
y a  quien sublimaste de grandeza cuando le dijiste mamá”
 Hay varios dedicados al Poeta donde manifiesta el lugar que ocupa la poesía en la tierra de la cultura mágica. A Walter Adet  le dedica 3 de los 200 sonetos de perfectos alejandrinos que dan muestra de la exquisita formación de su oído literario.
               “He renacido hermano un soneto he cantado/
                te lo cuento poeta tu que fuiste testigo
              de las rimas lloradas  sobre tu pecho amigo
              Ese dulce secreto escondido he guardado”
Con nombre de reina” “Embriagado de soles” “Tu obra mayor” algunos títulos de los  poemas concebidos como testigos de estas particularidades. Hermanos, poetas, amigas, sobresalientes de su corazón. Personas reales a quienes pone al cuello una guirnalda  mientras edifica sus memorias. Es seguro que cada nombre descripto en este libro provocará íntimas reflexiones, reparará  momentos, acercará canastas con recuerdos y brisas del espíritu.
 A través de su incansable compromiso con la causa árabe, en el último poema  Ruego, hace un llamado a un himno por la paz de Siria, se lo pide al hermano poeta:
                                            “Tú que manejas la rima con altura”
Así  fueron saliendo los destinatarios de los poemas que construirían  este libro Hierro Dulce. Otra de sus acostumbradas travesías literarias, como la novela Flores Naturales,  el libro de los cuentos de inmigrantes, aún inédito  (aunque ya está en curso la edición), pensando en unos, pensando en otros y “pensar en un hombre se parece a salvarlo”  dice  Roberto Juarroz
Ella enciende  un cirio para cada uno de los nombrados. Un libro de poemas que se dirige con libertad a determinadas personas, sin generalizarlas. Somete el hierro  a un análisis y es fiel a los resultados por haberlos examinado con dulzura, siembra  altos significantes para cada una de las existencias que toca.
  Juana Dib, contemporánea de varias mujeres de hierro, con el poder de la vida. Nuestra Juana, muy fuerte en el ejercicio de la palabra, al cumplir noventa años ya vió pasar cuatro generaciones. En ella se realiza la alquimia del hierro dulce al oro de los años.
                                                                                  Rosa Machado

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