sábado, 24 de septiembre de 2016

La escritura femenina, Any Carmona




Presentación del libro“Mujer, una caricia de género” de  Any Carmona  








 La mujer ha necesitado reconocerse, descubrir y revalorizar su lugar en el mundo,  después de sonoras revueltas en pos de correr el límite de las tradiciones y  exigir la libertad interna del hombre para rescatar la condición humana, lo femenino alcanzó  un espacio  que influyó positivamente,  podemos decir que con su participación activa el mundo fue un lugar más civilizado.
“Mujer, una caricia de género” es el nuevo libro de Any Carmona sobre el que  me ha solicitado que escriba un comentario. Escribir es una aproximación a la experiencia sobre la que se desea escribir, John Berger, dice que se produce una lucha intensa cuando uno descubre que no tiene nada para decir, famosa “página en blanco”, sin embargo aproximarse a una experiencia implica construir una cercanía, como también una capacidad de conectar y establecer la distancia que provocará impresiones, incumbencias, opiniones que terminarán siendo el  fruto de esa intimidad y el comentario del libro. La escritura  puede  ser  abordada por todos, es testimonio, tal vez haya quienes escriben con más o menos arte en el uso de la lengua, sin embargo  el documento escrito es valioso pues no son demasiados los dispuestos a realizar esta función como aporte al   lugar y la época en que viven y cuánto más ordenado estaría el mundo si hubiera una memoria escrita de tantos sucesos graves que se pierden en el silencio de la historia. Por eso veo este libro de Any Carmona, como un reflejo de la búsqueda  del poder individual y colectivo de la mujer en esta larga lucha que llevan las cuestiones de género con el fin de recuperar la dignidad como personas.    
 La mujer  decide pensarse a sí misma y se gusta, se reconoce  como una gozadora, portadora de belleza, del soberbio protagonismo de traer al ser que se forma en su vientre. Como dice Simone de Beauvoir “No se nace mujer, se llega a serlo” Antes, transitó la conciencia de la opresión femenina y el deseo de construir una realidad diferente, de recorrer la igualdad, de hacer real el ideal de justicia. Comprender que lo personal es político, lema de las luchas del siglo XX, le proporciona  la posibilidad de mirarse a sí misma, subjetivamente y  si decide dejarlo escrito, el lenguaje despliega un poder sin tapujos.
 Pero la cosa va cambiando. Hoy, la razón no es el objetivo particular del pensamiento. Dispuestos  a valorizar el mundo sensible se percibe que  la sociedad vista como un sistema mecánico de relaciones económicas, políticas y sociales, es un intrincado tapiz donde se tejen afectos, inquietudes, emociones, sentimientos, atracciones y repulsiones que aspiran  a ser reconocidas.                                                                                             “Cuando mis sienes /su pulso aceleran /y mis ropajes de bermellón se pintan, /soy una mujer hecha de sangre, /manantial  de expuestas heridas”
La  verdad intelectual desconfía de lo sensible, lo considera nada más que mentira y vanidad, dice que es un camino que no conduce a una visión del mundo “correcta”,  pero los diversos movimientos artísticos han conseguido  dignificar los sentidos, hacer lugar a la poesía, a la música que  corre  la cortina de una naturaleza que permanecía velada, entonces  es posible captar  la dimensión sensible de la existencia. En el mundo literario femenino desentrañar la necesidad genésica o la búsqueda amorosa se ha vuelto un camino de realización para muchas poetas.  También está la lírica  de la afirmación existencial que intenta  reconstruir  algunas mitologías, la de la mujer arcaica,  la diosa velada, la gran antepasada. La autora se sumerge en  “la mística de lo femenino” de la que hablaron tantas  escritoras además de Simone de Beauvoir, Betty Friedan, y poetas como  nuestra Alfonsina Storni Delmira Agustini,   Coral Bracho, Gioconda Belli, Anne Sexton, Rosario Castellanos, Blanca Varela y me quedo corta, ya que la lista es interminable.
 
 En su libro Any realiza una alabanza a la condición femenina. También la trae en sus múltiples duelos, en el entusiasmo de la esperanza, en  la pasión perdida y encontrada. Titula con la palabra “caricia”, que viene de caridad, de caro, querido,  pero la raíz indoeuropea Ka  quiere decir deseo. Podemos decir que esta poesía  está traspasada por el discurso amoroso o como dice Roland Barthes de su libro Fragmentos de un discurso amoroso, “habla un sujeto enamorado”. Any señala los distintos atributos de la mujer, nombrándola como de agua, de fuego, mujer de arena, prisionera, mujer en sombras, crisálida, ceniza al  viento, mujer arco iris; al hacerlo entra en un recinto secreto, un espacio matricio, la matria  que empolla y nutre, ahí se deja ser   “un grano de arena / que se esfuma,pasa,vuela./ Pero mi  alma   quedará / grabada en piedra” La escritura intenta nombrar lo “innombrable”. Es salvación. Se escribe para no perderse, para no olvidarse. Si no se escribe se puede caer al vacío de la existencia,  la escritura  abre la puerta hacia lo ilimitado. La escritura de Any  nos contacta  con la experiencia de la reconciliación de lo femenino con el mundo. Su lenguaje ya  no es político, sino subjetivo,  habla de  la intimidad del ser, que puede decir todo y decir nada. Escribe “amaso castillos de arena” en una íntima  memoria arcaica, y si escarbamos en la arena, encontramos el agua amniótica del mar, la matriz, la hembra. De ese espacio misterioso, dicen algunos autores que surge el lenguaje mismo, lo que  habla de todo lo imposible, puede decirlo todo y decir nada y es anterior a Dios. Ya no haría falta un cielo protector, lo innombrable sería ese misterioso lugar  matriz, que no viene de un lugar físico pero puede construir toda lógica, toda historia, construir destinos, crear la poesía, es el lenguaje mismo.
Creo que el libro de Any es una ofrenda poética destinada a alguien en particular. La literatura femenina se caracteriza por ser amorosa y confesional. Pero también creo, que fue escrito desde  un espacio primordial, la pulsión que la lleva a vencer todo lo que se oponga al encuentro con la escritura, con la que realmente  intima, y no le impone condiciones, le  basta permitirse que  la gracia natural la conmueva, bien lo dice en su poema: ¡Sobrevive a los olvidos otra vez!”




 HIBISCUS

En la esquina izquierda del jardín,
siempre a la izquierda,
se encuentra la rosa china.
Desde allí sus trompetas suenan
de roja sangre sus penas.

Con cinco pétalos colorados,
conspicuas lenguas de fuego
cantan lamentos de angustia
con sus lágrimas de viento.

El viento las mece apenas,
el sol despierta su cuerpo
mientras su color recuerda
los gritos del pueblo muerto.

Flor de avispa o grosella,
sangre de Cristo y clavel,
mi rosa hibiscus espera,
la libertad del laurel.

   Any Carmona

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