La mujer ha necesitado reconocerse, descubrir
y revalorizar su lugar en el mundo,
después de sonoras revueltas en pos de correr el límite de las
tradiciones y exigir la libertad interna
del hombre para rescatar la condición humana, lo femenino alcanzó un espacio
que influyó positivamente, podemos decir que con su participación activa el
mundo fue un lugar más civilizado.
“Mujer, una caricia de género” es el nuevo libro de Any Carmona sobre
el que me ha solicitado que escriba un
comentario. Escribir es una aproximación a la experiencia sobre la que se desea
escribir, John Berger, dice que se produce una lucha intensa cuando uno
descubre que no tiene nada para decir, famosa “página en blanco”, sin embargo
aproximarse a una experiencia implica construir una cercanía, como también una
capacidad de conectar y establecer la distancia que provocará impresiones,
incumbencias, opiniones que terminarán siendo el fruto de esa intimidad y el comentario del
libro. La escritura puede
ser abordada por todos, es testimonio,
tal vez haya quienes escriben con más o menos arte en el uso de la lengua, sin
embargo el documento escrito es valioso
pues no son demasiados los dispuestos a realizar esta función como aporte al lugar y
la época en que viven y cuánto más ordenado estaría el mundo si hubiera una
memoria escrita de tantos sucesos graves que se pierden en el silencio de la
historia. Por eso veo este libro de Any Carmona, como un reflejo de la búsqueda del poder individual y colectivo de la mujer
en esta larga lucha que llevan las cuestiones de género con el fin de recuperar
la dignidad como personas.
La mujer decide
pensarse a sí misma y se gusta, se reconoce como una gozadora, portadora de belleza, del
soberbio protagonismo de traer al ser que se forma en su vientre. Como dice Simone
de Beauvoir “No se nace mujer, se llega a serlo” Antes, transitó la conciencia
de la opresión femenina y el deseo de construir una realidad diferente, de
recorrer la igualdad, de hacer real el ideal de justicia. Comprender que lo personal es político, lema de las
luchas del siglo XX, le proporciona la
posibilidad de mirarse a sí misma, subjetivamente y si decide dejarlo escrito, el lenguaje
despliega un poder sin tapujos.
Pero la cosa va cambiando. Hoy,
la razón no es el objetivo particular del pensamiento. Dispuestos a valorizar el mundo sensible se percibe
que la sociedad vista como un sistema
mecánico de relaciones económicas, políticas y sociales, es un intrincado tapiz
donde se tejen afectos, inquietudes, emociones, sentimientos, atracciones y
repulsiones que aspiran a ser
reconocidas. “Cuando mis sienes /su pulso
aceleran /y mis
ropajes de bermellón se pintan, /soy una mujer hecha de sangre, /manantial de expuestas heridas”
La verdad intelectual
desconfía de lo sensible, lo considera nada más que mentira y vanidad, dice que
es un camino que no conduce a una visión del mundo “correcta”, pero los diversos movimientos artísticos han
conseguido dignificar los sentidos,
hacer lugar a la poesía, a la música que corre la cortina de una naturaleza que permanecía velada,
entonces es posible captar la dimensión sensible de la existencia. En el mundo literario femenino
desentrañar la necesidad genésica o la búsqueda amorosa se ha vuelto un camino
de realización para muchas poetas. También está la lírica de
la afirmación existencial que intenta reconstruir algunas mitologías, la de la mujer arcaica, la diosa velada, la gran antepasada. La autora
se sumerge en “la mística de lo
femenino” de la que hablaron tantas escritoras además de Simone de Beauvoir, Betty Friedan, y poetas
como nuestra Alfonsina Storni Delmira
Agustini, Coral Bracho, Gioconda Belli, Anne Sexton, Rosario Castellanos,
Blanca
Varela y me quedo corta, ya que
la lista es interminable.
En su libro Any realiza una alabanza a la
condición femenina. También la trae en sus múltiples duelos, en el entusiasmo
de la esperanza, en la pasión perdida y
encontrada. Titula con la palabra “caricia”, que viene de caridad, de caro, querido,
pero la raíz indoeuropea Ka quiere decir deseo. Podemos decir que esta poesía está traspasada por el discurso amoroso o
como dice Roland Barthes de su libro Fragmentos de un discurso amoroso, “habla
un sujeto enamorado”. Any señala los distintos atributos de la mujer,
nombrándola como de agua, de fuego, mujer de arena, prisionera, mujer en
sombras, crisálida, ceniza al viento,
mujer arco iris; al hacerlo entra en un recinto secreto, un espacio matricio,
la matria que empolla y nutre, ahí se deja ser “un grano de arena / que se esfuma,pasa,vuela./ Pero
mi alma quedará / grabada en piedra” La escritura intenta nombrar lo “innombrable”.
Es salvación. Se escribe para no perderse, para no olvidarse. Si no se escribe
se puede caer al vacío de la existencia,
la escritura abre la puerta hacia
lo ilimitado. La escritura de Any nos
contacta con la experiencia de la
reconciliación de lo femenino con el mundo. Su lenguaje ya no es político, sino subjetivo, habla de la intimidad del ser, que puede decir todo y
decir nada. Escribe “amaso castillos de
arena” en una íntima memoria
arcaica, y si escarbamos en la arena, encontramos el agua amniótica del mar, la
matriz, la hembra. De ese espacio misterioso, dicen algunos autores que surge
el lenguaje mismo, lo que habla de todo
lo imposible, puede decirlo todo y decir nada y es anterior a Dios. Ya no haría
falta un cielo protector, lo innombrable sería ese misterioso lugar matriz, que no viene de un lugar físico pero
puede construir toda lógica, toda historia, construir destinos, crear la poesía,
es el lenguaje mismo.
Creo que el libro de Any es una ofrenda poética
destinada a alguien en particular. La literatura femenina se caracteriza por ser amorosa y confesional.
Pero también creo, que fue escrito desde
un espacio primordial, la pulsión que la lleva a vencer todo lo que se
oponga al encuentro con la escritura, con la que realmente intima, y no le impone condiciones, le basta permitirse que la gracia natural la conmueva, bien lo dice
en su poema: ¡Sobrevive a los olvidos otra vez!”
HIBISCUS
En la esquina izquierda del jardín,
siempre a la izquierda,
se encuentra la rosa china.
Desde allí sus trompetas suenan
de roja sangre sus penas.
Con cinco pétalos colorados,
conspicuas lenguas de fuego
cantan lamentos de angustia
con sus lágrimas de viento.
El viento las mece apenas,
el sol despierta su cuerpo
mientras su color recuerda
los gritos del pueblo muerto.
Flor de avispa o grosella,
sangre de Cristo y clavel,
mi rosa hibiscus espera,
la libertad del laurel.
Any Carmona
HIBISCUS
En la esquina izquierda del jardín,
siempre a la izquierda,
se encuentra la rosa china.
Desde allí sus trompetas suenan
de roja sangre sus penas.
Con cinco pétalos colorados,
conspicuas lenguas de fuego
cantan lamentos de angustia
con sus lágrimas de viento.
El viento las mece apenas,
el sol despierta su cuerpo
mientras su color recuerda
los gritos del pueblo muerto.
Flor de avispa o grosella,
sangre de Cristo y clavel,
mi rosa hibiscus espera,
la libertad del laurel.
Any Carmona
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