viernes, 20 de noviembre de 2015

Preservadora de nidos: Silvia Weisz



  Presentación del poemario lírico "VOCES Y LATIDOS A TRAVES DEL ESPEJO" de Silvia Weisz 
   


Silvia Weitsz una poeta oriunda de la ciudad de Tucumán, vino a presentar su libro a Salta, la homenajearon cinco señoras, poetas algunas, leyendo sus poemas como si los cantaran.


Al leer su libro pude ver que Silvia Weisz es una mujer de porcelana, de encajes de Holanda, de nubes ribeteadas en un atardecer de sutiles bellezas cotidianas. Su peso no supera la pluma de un ángel en la balanza de las discordias y daría demasiado trabajo al rabino de Praga hacerla comprender la oscura complejidad del mundo y el egoísmo encarnizado. Por lo mismo la poeta se refugia en la torre de cristal de la poesía, del círculo de sangre, donde la infancia, los padres, los abuelos, los arcoíris la llevan en el viaje humano sin dudas y sin deudas. Lo confirma cuando cita a Regen en un epígrafe “¡Oh, si volviese a la dormida fuente/ de donde el hilo de mi sangre arranca.”


El viento que le trae los nombres, lucha contra la insoportable levedad del ser y recupera la memoria a la que pertenece, pero no está sola, está con otros,  no le permite al olvido despojarla del sentido del clan, ese objeto benigno que es la familia en que crecimos, el espejo que refleja a nuestros mayores, los que amaron y cuidaron legándonos la nobleza de existir. No siempre es así, pero tal vez si, para ella. Recuerdo la película Zercalo, El Espejo, de Tarkovsky cineasta ruso, el film es un largo poema sobre el dilema de como pedir perdón a los que se ha lastimado durante la vida.

 Silvia, decide refugiarse en la última y primera casa del hombre, la de la palabra, en la que puede construir sin necedades sus fortalezas. En la que funda el amor, elabora los duelos y escucha los antiguos latidos de la vida pidiendo clemencia. Cuando cita a Vallejo comprende “Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla” y el lugar donde un hombre estuvo, se colma de todo lo que fue con los otros, que la co-habitaron. En este libro los epígrafes y acápites de diversos y entrañables poetas acompañan su palabra esculpiendo una estrecha relación en la edificación del cuerpo del poemario.


Pensar la niñez, paraíso perdido, abre el círculo en el que palpitan las ausencias que jamás serán deserciones, ni desapariciones porque la verdadera presencia habita un lugar en el corazón del refugio, que se reconstruye día a día con el empeño del recuerdo y llega a ser la patria, el crisol de los vínculos, las leyes que nos protegen de las crueldades, la cultura que nos enseña a poner un freno al animal ansioso de libertad que es el habitante de la casa, el que tiene “la llave madre” del laberinto de la soledad.


Porque el tiempo cíclico se anuda en un punto vertical que “se hunde en el cielo”, allí los almanaques pierden vigencia y no pertenecen a una existencia actual sino a la perdurable presencia de la palabra escrita. El ejercicio de la palabra concreta las meditaciones de la memoria y mira el árbol que ha crecido regado por los vientos, por la historia y el cultivo del ideal de belleza. El espejo, sus voces y latidos nos pertenecen, son similares a nuestras propias e individuales vidas, son la deriva del conocimiento personal, no pueden ser anecdóticas, son los poemas nostálgicos donde resuenan remembranzas hogareñas combinadas con complejas observaciones psicológicas y espirituales.


Las casas son los huesos de los hombres que la habitan y habitaron y las palabras que en ella resonaron. Pero"El amor es dar lo que no se tiene a quien no lo es" hasta lograr la reconstrucción. Silvia apela al espejo en el que nos resolvemos como humanidad, donde la contemplación del otro y su circunstancia es un principio inapelable para lograr la completud. Ese añorado mandala que deseamos rehacer en el diván, en la sala, en la cama, en la mesa. El aliento que nos trae “las voces y los latidos a través del espejo” nos ampara de la intemperie, porque la calle es una herida abierta. Cualquier lugar, ningún lugar, /todo es un desierto.


El pivote poético del enunciado de Silvia Weisz nunca pierde la esperanza de ser abrazado por el otro, el Gran Otro, el que la alberga en la casa de la palabra.                                                                            
Rosa Machado










Poemas de "VOCES Y LATIDOS A TRAVES DEL ESPEJO" de Silvia Weisz 




Paraíso recobrado

“No quiero que me digan la palabra naranja,
me llega el sol, mi casa, y la perdida infancia.”
Juan José Hernández

Casa de mis amores
paraíso  perdido
sé que tus paredes
y patios
atesoran
imborrables
             sueños y misterios

Veo en vos
            las flores
                     las miradas furtivas,
                     (retratadas)
                      en las verjas
                            del jardín

Hoy regreso
y ausculto
los silencios
y los trinos


Anudan
anidan
(tanta despedida)
tantos adioses
Hoy regreso,
estamos juntas
para que este sueño
en un domingo cualquiera
nos lleve
a recobrar
el rumor
de nuestros pasos
-         tiempo detenido-
que renace
en el silencio.



Silvia Inés Weisz Cuéllar.


Palpitaciones de ausencia

“Un soplo desvaneció mi casa,

pero ahora sé que aquella casa está aquí,
erigida en mi corazón”
Héctor Tizón

Llueve
en casa de cristales.

Anuda horas
anida  tiempo
alberga fuego.

deja caer
por sus paredes
palpitaciones de ausencia
donde se filtra
el llanto del cielo.

El soplo de Dios
desangra
el poniente
y construye
otra casa
con puertas, ventanas
voces y gestos diferentes.

Las llaves
de la casa madre
se han perdido
entre alas de canciones.

Llueve
en casa de cristales.

Anuda horas
anida tiempo
alberga fuego. 


Silvia Inés Weisz Cuéllar.
 




Nacimiento del poema


Restallantes
de voces y de luz
las palabras
se apretujan
y
pelean
en torno a la garganta,
se adhieren
a la piel más profunda,
abren compuertas,
socavan grietas,
gritan errantes
en los oídos
de las rocas.

se combaten,
y agonizantes,
aves moribundas
flotan
en el mar
del silencio
y del olvido.


Silvia Inés Weisz Cuéllar.